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Territorio de Coahuila y Texas

Ciudad Acuña, Coahuila, México | 06 de Octubre del 2024

La partida de AJEDREZ

Ramiro Gómez Caldera “En su grave rincón, los jugadores Rigen las lentas piezas. El tablero Los demora hasta el alba en su severo Ámbito en que se odian dos colores. ”. J.L. Borges. Hubo una vez en una ciudad del norte de México un vigilante pidió aumento de salario para el alumno, creía que lo merecía, así que los maestros analizaron si era pertinente ese incremento y para ello le impusieron varias pruebas que tendría qué pasar.

Una de las pruebas que eligieron en el taller, aparte de su faena diaria apoyando en pulir la piedra bruta en la construcción de la Gran Catedral, fue jugar una partida de ajedrez contra Cinco Maestros. El tablero debería permanecer en el taller y cada día él haría un movimiento que sería contestado de manera incógnita, cada día también, por cada uno de los Cinco Maestros.
Cuando recibió esta instrucción, él estaba de pie y a la orden entre columnas del templo, y los Cinco Maestros estaban sentados en sus tronos, entre la escuadra y el nivel, y al fondo al Oriente el de mayor mando.
En la puerta de entrada al taller, adentro y afuera, había sendos guardias armados con espadas, como hombres de bien dispuestos a defender la verdad, con semblantes circunspectos.
Y a su lado otros dos guardias con espadas, con la vista al frente al Oriente, atentos a la orden del maestro que estaba al fondo y que regía los destinos del taller con sabiduría, apoyado de manera firme por Dos Luces.
No les veía la cara, solo veía sus joyas que relucían sobre sus pechos por la luz de las velas que ardían frente a sus tronos, siete velas al Oriente, cinco velas al Poniente y tres velas al Sur.
Y una vela cada uno de los oficiales que flanqueaban al dignatario de mayor jerarquía, al Oriente. Uno de ellos escribía y registraba en un Gran Libro todo lo que se hablaba, y el otro, defensor del pueblo, con voz tonante hacia uso de la voz con elocuencia.
Él tendría las piezas negras- le dijeron- así que correspondió a uno de los cinco maestros -no supo cual, pero intuyó que sería el de mayor jerarquía – empezar la partida de ajedrez, que abrió según vio, al otro día, ya solo, con el movimiento E-4.
Él fue a hacer sus labores diarias, conforme la instrucción recibida, en labores de la construcción de la catedral y en el transcurso del día pensó en cuál debería ser su apertura.
Sabía jugar desde niño pero no era sencillo enfrentar una partida y tener un mínimo de oportunidad de, sino ganar, cuando menos empatar en contra del juego de los Cinco Maestros.
Así que en su momento decidió abrir su partida de negras con E-6. Así la dejó y acudió a hacer sus labores profanas y cuando regresó, al otro día, vio en el tablero que otro maestro continuó la partida con D-4.
Él contestó a esa jugada planteando C-5, y se fue, y cuando pudo llegar nuevamente al taller cansado de pulir piedras pero mentalmente apto, vio que otro de los maestros había jugado E-5 y vio entonces lo difícil que sería superarlos.
Él sabia que las blancas tenían amplia ventaja hasta ese momento, y que la única oportunidad que tendría cuando menos de empatar el juego era jugando F-4, o al menos eso pensó.
La partida prácticamente se definiría en los primeros ocho movimientos así que empezó a estudiar las variantes defensivas de las piezas negras ante la línea de ataque que se le presentaba con este juego sostenido contra los Cinco Maestros.
Otro día se le fue rápido puliendo la piedra bruta que le había encargado su maestro de obra y luego de cenar un potaje de habas, un trozo de pan y queso duro, pensó en cuál sería la siguiente jugada que él debería hacer.
Él sabía que las blancas por tener la salida, podían definir la partida y él solamente tendría que defenderse, pero con un movimiento adecuado podría hacer que la partida se jugara con la variante que él impondría pero esto tendría que hacerse antes del octavo movimiento.
Así que tendría dieciséis días blancos y dieciséis noches negras para pensar en cuál sería la línea de ataque que tendría la partida de ajedrez que ya jugaba con aprietos en contra de los Cinco Maestros.
En tanto, su maestro de obra lo mandó citar para decirle que las últimas tres piedras que había pulido tenían una pequeña falla así que las tendría que volver a pulir. Trabajo que tendría que hacer en un solo día.
Cogió el cincel y el mazo de 3 libras de peso y empezó a hacer ese trabajo, adicional al que hacía diario que era pulir cinco piedras ya desvastadas por los ayudantes de obra y las midió con la escuadra.
No sabía que ese trabajo le permitiría más adelante pulir la piedra cúbica de punta de basalto negro de donde se escribiría la historia de la creación por otro de sus maestros, El Mago Egipcio Thot.
Él siguió trabajando puliendo la piedra bruta en la construcción de la edificación en la que trabajaba al lado de varios aprendices, compañeros y maestros constructores, en tanto que jugaba por las noches un solo movimiento de su partida de ajedrez.
El juego se prolongó por dos semanas o un poco más, y un día que llegó hasta el tablero de ajedrez vio que no había sido movida ninguna pieza de las blancas y la partida estaban acomodada como el día anterior que jugó.
Se le hizo extraño pero no le dio la mayor importancia ya que pensó que tal vez ese día uno de los maestros no pudo asistir al taller a continuar la partida.
Así que cumplió sus labores profanas y al día siguiente regresó a continuar la partida pero cuál no sería su sorpresa al ver que tampoco ese segundo día se habían movido las blancas.
Al otro día regresó a su trabajo donde el maestro de obra lo felicitó por que sus piedras iban alcanzando la perfección que se necesitaba para la construcción de la catedral, y luego de cenar acudió al taller a ver cómo continuaba la partida pero ese tercer día tampoco jugaron los maestros las piezas blancas.
Y así durante cinco días más. Al sexto día de que no se movían las piezas blancas encontró al rey blanco abatido, señal de que los maestros reconocían que habían perdido la partida apenas en los primeros ocho movimientos.
¿Había superado también esta prueba? Lo dudaba.
Pero ¿cuál era el aprendizaje obtenido en esta prueba? Después lo sabría por boca de unos de los cinco maestros.
No se quedó con la duda y le preguntó a unos de los compañeros.
La respuesta de este fue:
– Cualquiera de los maestros que jugó la partida de ajedrez contigo te hubiera ganado fácilmente. Saben todo sobre el ajedrez.
– Como seguramente lo sabes, ya que te gusta el ajedrez, hay una leyenda de un rey de la India, donde se inventó ese juego ciencia, que quiso premiar al inventor del ajedrez con lo que pidiera.
“El sabio quiso poner a prueba al rey y le pidió un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y así, sucesivamente, doblando el número cada vez, hasta llegar al escaque 64.
El rey pensó que era un regalo muy simple, pues él era muy rico, y le insistió en pedir algo más valioso.
El sabio dijo que no quería nada más. Entonces el rey mandó al sabio con su Visir para que le pagara el regalo que pedía, luego de su ofrecimiento
El visir pidió al despensero que de los graneros del reino trajera unos cuantos costales de trigo para pagarle al sabio.
Sin embargo, cuando hicieron los cálculos del grano de trigo que debía desembolsar su Majestad no lo pudieron creer.
En la casilla 64 habría 9 trillones 223.372. billones 036.854 millones 775 mil 808 granos de trigo, que sumados a los del resto del tablero, daban un total de 18.446.744.073.709.551.615. Es decir, más de 18 trillones de granos de trigo.
El visir, el despensero y los consejeros de la Corte estimaron que sería necesario acumular la cosecha de trigo en todo el mundo durante 2.000 años para poder pagar la deuda”.
– Así que aquí el aprendizaje no es que ganaras o perdieras el juego sino entender que el ajedrez es un juego-ciencia que te va ayudar mucho en tu vida ya que favorece el ejercicio y desarrollo de varias habilidades mentales, además de fortalecer la formación del pensamiento científico.
– Hay opiniones en el sentido de que quienes lo juegan se someten a una constante puesta a prueba de hipótesis que deben verificar o descartar, ya que este juego fomenta los aspectos intelectuales y recreativos a la vez que favorece la socialización y el respeto por las pautas y normas entre quienes lo practican.
– Un matemático, sabio y amante del ajedrez afirmó que el número de posiciones diferentes posibles después de sólo 10 movimientos, después de empezar, es de 165 cuatrillones y medio. Es decir, 165.518.829.100.544.000.000.000.000.
– Y otro sabio afirmó que el ajedrez te ayuda a desarrollar ambos hemisferios cerebrales, potencia tu memoria y ayuda a resolver problemas matemáticos y de álgebra como los que aquí escuchaste. – Además incrementa tu capacidad lectora importante en la investigación de fuentes informativas dignas de crédito, y facilita tu concentración, fortalece tu autocontrol y buen juicio, esto es, te hará no solamente una mejor persona, sino un mejor compañero.
– Por ejemplo, este sabio aseguró que justo después de que los dos jugadores de ajedrez ejecuten su primer movimiento, se abren muchas posibilidades de juego. Concretamente, existen 400 posiciones posibles en el tablero. Después del segundo turno, hay 197.742 partidas posibles. Y después de tres movimientos, hay 121 millones.
– Así pues, según el mismo sabio matemático el número de partidas diferentes que pueden desarrollarse en un juego tan aparentemente simple como el ajedrez supera de largo un 1 seguido de 100.000 ceros, es decir, una cifra superior a todos los átomos del universo.
– Las posibles partidas son 10100.000. De estas, 10120 partidas son “típicas”: con una media de 40 movimientos y 30 posibilidades por movimiento. Para ponerlo en perspectiva, solo hay 1015 cabellos en total en todas las cabezas del mundo, 1023 granos de arena en el planeta Tierra y unos 1081 átomos en el universo.
– Ahora bien, ¿cómo es posible que un sabio inventara un juego que para finalizarlo jugando en todas sus posibilidades llevaría millones de años?
– Aquí habría qué recordar lo dicho por otros sabios hindúes: “Aquellos que entienden las leyes cósmicas saben que el Día de Brahma finaliza después de mil yugas, y que la Noche de Brahma finaliza después de mil yugas. – Cuando el día de Brahma amanece, las formas son llevadas a la existencia a partir de lo Inmanifestado; cuando llega la noche de Brahma, estas formas se mezclan en lo Informe otra vez.
– Esta multitud de seres es creada y destruida una y otra vez en los sucesivos días y noches de Brahma”.
– A fin de obtener el valor de un “Kalpa”, es decir, un “Día de Brahma”, tenemos que recordar que, según los textos védicos y puránicos, el Ciclo de los Yugas (también conocido como un MAHAYUGA), que consiste en cuatro yugas, es considerado como de una duración de 12.000 años, que es la mitad de la duración del Año Precesional.
– Por lo tanto, un “Día de Brahma” dura 12 000 × 1000, es decir, 12 millones de años, el cual es seguido por una “Noche de Brahma” de igual duración.
– Las implicaciones son fascinantes:
– ¡Todas las formas de vida en el planeta Tierra se extinguen después de 12 millones de años!
– Esto es por lo que algunos rishis han creído ver en el ajedrez un juego de Brahma, esto es, inventado por los dioses y dado por un sabio a una de las cuatro castas humanas.
– El ajedrez te lleva de las matemáticas, al álgebra, de la astronomía, a la poesía, de la lógica a la filosofía y de la magia a la psicología.
– Te lleva al pasado, lleno de Reyes, Reinas y Caballeros, Alfiles, Torres de asalto y peones, que representan a las cuatro clases sociales creadas por Brahma; te lleva al futuro a entender a Shiva el destructor de mundos, y sus justificaciones para hacerlo, y te mantiene en el presente ejercitando la mente, el alma y el cerebro en un tablero que representa el día y la noche, lo bueno y lo malo.
– Esto es solo un poco de lo que encierra este juego tan simple y fascinante llamado de diversos modos en distintas lenguas pero que aquí conocemos como ajedrez.
– Esa es la prueba del ajedrez, una de las más sencillas en tu camino a la sabiduría, y la has superado.
–Mereces, por lo tanto, tu aumento de salario.
¡Es cuánto!

Etiquetas: ajedrez, cuento, escritor, Literatura, Ramiro Gómez


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