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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 07 de Mayo del 2024

Josefina Vázquez Mota, su hoja de vida: ese modo de hablar

Antes de su arribo a la política, era una conferencista peculiar: muchos la subestimaban por su estatura y complexión, pero, ya en el podio, auditorios completos de México y sudamérica se le rindieron, reseña el diario Excélsior.

La primera vez que Rocío González Gama imaginó a su jefa despachando en Los Pinos fue porque el doctor Joan Ginebra le comentó: “A Josefina la veo o en la cárcel o en la Presidencia”.

La expresión del académico español resumía el impacto que había generado la expositora Josefina Vázquez Mota.

Además de valiente en sus críticas al poder, la consideró atinada en su definición de los retos del país: restaurar la credibilidad y confianza; fortalecer a las instituciones; vigencia de un Estado de derecho, y vencer el abstencionismo.

“Ay, doctor, mejor en la segunda, porque a la cárcel no me gustaría acompañarla”, comentó Rocío, secretaria de la candidata desde hace 27 años.

El comentario ocurrió en 1995. La expositora había entusiasmado a estudiantes y profesores en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE).

El auditorio ovacionó a la economista que hablaba de los cinco sentidos para transformar al país: el sentido común, el de la acción, el de urgencia, el de servicio y el de lo trascendente.

“El éxito de un líder será proporcional a su capacidad de administrar los talentos de su gente”, habría dicho Vázquez Mota en algún momento de la presentación. Esa cita figura entre los centenares de acetatos que su asistente de entonces, Edith Escobar Copca, conserva de aquellos años 90, cuando las conferencias de Josefina eran demandadas en México, Perú, Chile y Colombia.

Acompañante y colaboradora de la abanderada panista desde 1988, la actual directora general de Servicio a Diputados en San Lázaro evoca esos años en los que preparaban las cápsulas de economía en cámaras empresariales. El despacho estaba en la calle de Otoño, en La Petrolera.

Eduardo Tercero, quien en la industria farmacéutica organizaba eventos para médicos y empleados del sector, recuerda cómo contactó a Josefina.

“Necesitaba un gran motivador y me la recomendaron para una convención en Vallarta. Y que la veo tan chaparrita. Híjole, pensé, a ver si no me estoy jugando el cargo. La esperaba físicamente imponente. Ya en el podio, al escucharla, respiré aliviado; la gente está apantallada, tenía un dominio escénico único”, describe.

Como Eduardo Tercero, el colombiano Juan Manuel Flores destaca la disciplina de aquella expositora, preparada para sus diversas audiencias, dejándolas siempre impactadas.

Edith subraya la singularidad de su jefa: “Hablaba del entorno político y económico y de ahí llegaba a la responsabilidad de cada empresa y sus integrantes. Su magia era que sabía escuchar y responder a las necesidades del otro”.

A su llegada a Colombia, cuenta Flores, los dos mil 500 representantes del congreso anual de cámaras, en Cartagena, la siguieron con pasmo durante tres horas.

“Era 1995 y el tema, la globalización. Manejó con una claridad lo que el cambio significa política y socialmente en las empresas, que nos dejó con la boca abierta, parecía que Colombia era su país. Quedamos enamorados. Le cabe el mundo en su inteligencia. Y como en mi país, para gobernar hay que saber hablar, le dije, ‘usted está para Presidenta de México’”.

En rutinarias incursiones a esa nación surgió el libro de desarrollo personal Dios mío, hazme viuda por favor. “Ella marcó a mucha gente, poníamos 200 ejemplares y se vendían 300”, afirma el empresario.

Paralelamente, los directivos de Pinturas Comex, empresa vinculada a la familia, le encargaron el proyecto de la capacitación para los dueños de las franquicias, a fin de proteger sus puntos de venta de una apertura comercial que traería competencia extranjera y que iniciaba apenas. De ahí surgió el Centro de Desarrollo Integral Comex (CEDIC).

Sin respiro

La historia de la Josefina conferencista había surgido al concluir la carrera de Economía en la Universidad Iberoamericana.

Dos años después, en 1984, Patricia Bueno ganó el premio al mejor aparador, se hizo representante de las propietarias de boutiques y asumió la vicepresidencia de la Cámara de Comercio del DF, cuyos 112 grupos solicitaban las ya famosas “cápsulas económicas” de Vázquez Mota.

Cuando fue con nosotras, le comenté que su conferencia sonaba muy buena, pero que no había entendido nada. Somos señoras buticarias. Creí que se molestaría, pero me pidió sugerencias y me nombró su sinodal”, cuenta la propietaria de una tienda de ropa de bebé en Polanco.

“Creamos los congresos de empresarias y fue nuestra primera oradora. Viajamos a España y Buenos Aires. Ahí le hicieron el ‘fuchi’, la vieron morenita, chaparrita. Y al final, aplaudiéndole de pie”, relata Patricia.

Fue una etapa en la que Josefina traducía las complejidades de la vida económica a empresarios y comerciantes. “En la Cámara, todo mundo la adora. Era muy clara. Cuando el boom de la Bolsa, ella nos alertó que pronto caería y así fue”.

A mediados de los 90, la candidata y su familia se instalaron en Chihuahua. “Me propone que pusiéramos una tienda como socias. Nos quedó una muy bonita y cortamos el listón con la esposa del gobernador. En 1999 nos fuimos a la Feria de Valencia y a ver a Santiago de Compostela.

En esos días la buscó Carlos Medina para ofrecerle una diputación. Y ahí se terminó la venta, porque el que tiene tienda que la atienda”. Ese verano concluyó una vida profesional vinculada a la economía y la capacitación empresarial.

Josefina obtuvo su primer empleo en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y, posteriormente, en Consultores Internacionales.

“Siempre estudié y trabajé. El policía de la oficina se quejaba porque lo despertaba. Al salir de la Ibero me casé y tuve un receso laboral como de cuatro meses, que jamás volvería a vivir”, resume.

A invitación de Jorge Gallardo, socio de su papá en el negocio de la venta de pinturas, comenzó a exponer las citadas “cápsulas económicas”.

Aquellos años se caracterizaron por dilemas en torno a la maternidad: “Ahí conseguí mi primera conferencia, en Tampico, con el sector automotriz y me pagaron 500 pesos. Perdí a mi primer hijo, era un varón, por razones físicas, fue muy doloroso”.

En 1987 nació María José. La panista describe los cambios experimentados: “Subía y bajaba, seguía con las conferencias y en un pedazo del embarazo me mandaron a reposo. Majos tenía tres meses cuando regresé a trabajar”.

A inicios de los 90 nació su segunda hija. Y otra vez el reposo obligado. “Con Celia María llegó la mejor época laboral. Hacía piruetas. Iba un martes a Argentina, daba la conferencia, y el miércoles de regreso. Disfrutaba los vuelos: leía, escribía. En 1992 me embaracé de Monserrat y el riesgo fue mayor. Era de alto riesgo y tenía que quedarme en casa seis meses. Nació a los ocho meses, se quedó 17 días en el hospital. Y 20 días después volví a las conferencias”.

Conferencia a sus hijas

Hiperactiva, Josefina Vázquez Mota debió ser obligada a guardar reposo durante sus embarazos, ya que se negaba a dejar de trabajar. De hecho, dio conferencias en Perú durante los años de Sendero Luminoso.

Rocío González Gama, secretaria de la candidata desde hace 27 años, asegura que los reposos fueron relativos porque Josefina la llamaba a su casa para preparar el regreso. “Trabajaba en la cama, mientras le hacía caballito a Majos, porque nunca quiso decirles ‘no puedo’ o ‘no quiero’ a sus hijas”.

Tampoco lo hizo con el juego de cartas, en el que, según cuenta María José, “mi mamá siempre ha sido muy mala, pero a mí y a mis hermanas nos gusta mucho y siempre le teníamos que volver a enseñar”.

A cambio de ese déficit, contrasta su hija mayor, “ella era excelente para contarnos unas historias padrísimas. Había una estrella de cinco picos y un conejo al que su mamá antes de morir le regala el poder de subir a la luna y ahí encontrarse con su familia. Y estaba Rupertina, la niña que mi mamá inventó y nos actuaba cuando nos portábamos mal, y que nos convencía de hacer bien las cosas”.

“El éxito de un líder será proporcional a su capacidad de administrar los talentos de su gente.” Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial del Pan, frase tomada de los acetatos que la panista utlizaba en los años 90, cuando daba conferencias sobre las complejidades de la economía y su impacto en las empresas.

Artículo publicado en Excelsior

Etiquetas: hoja de vida, Josefina Vazquez Mota


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